30 nov 2011

objetivo cumplido

CASA TIBET MEXICO

muchisimas gracias a los alumnos de la Sangha Saltillo por su entusiasta participacion

16 nov 2011

La Meditacion

LA MEDITACIÓN ES EL MODO DE ENTRENARTE EN LA ATENCIÓN Y EN LA CONCIENCIA
por: Lama Surya Das

El doctor D. T. Suzuki, maestro pionero japonés, fue el primer patriarca, no oficial, del zen americano. Cuando el doctor Suzuki, que había enseñado en la Universidad de Columbia durante los años cincuenta, se estaba acercando a sus noventa años de edad, se hallaba en cierta ocasión formando parte de una reunión de eruditos, sentado a la correspondiente mesa de conferencias. En un determinado momento dio la impresión de que el anciano maestro se hallaba sumido en profunda meditación o, por el contrario, se había quedado dormido, <<¿Cómo verificar la diferencia?>>, se preguntaba uno de sus jóvenes colegas, tal vez riéndose para sus adentros. Y de improviso, uno de los folios de la conferencia que estaba leyendo el orador, sentado en la cabecera de aquella larga mesa de caoba, voló a lo largo de toda ella, impulsado por una súbita ráfaga de aire. El papel pasó por delante de las narices de todos aquellos atónitos profesores y eruditos budistas, hasta que la mano delgada de aquel anciano maestro zen, que parecía que se hallaba hibernando, la detuvo con una pestreza que no modificó en modo alguno la serenidad en que se encontraba el resto de su cuerpo, ni la quietud de sus ojos que seguían entornados. Todos se quedaron sorprendidos ante el hecho de que aquel viejo zorro tuviese una atención y unos reflejos muchos más rápidos que ninguno de los presentes. Después de todo, nadie llegaba a saber si estaba durmiendo… incluso cuando dormía.

La atención pura es relajada, abierta, lúcida, momento-a-momento, una conciencia siempre presente. Es como un espejo siempre brillante; no es reactiva, no es distorsionante, ni aversiva; es una atención que no arrastra nada ni depende de nada. Por fortuna, el cuidado de la atención es una habilidad que puede aprenderse como cualquier otra. Los budistas clásicos que pertenecen a los distintos linajes de la práctica Vipassana, siempre hacen hincapié en la atención. Es el ejercicio base de los maestros del Dharma. Un maestro pionero, Joseph Goldstein, llama atención a la práctica central del Dharma, el ingrediente principal dado por el Buda para la receta del despertar.

La meditación es el método que utilizamos para la práctica de la atención. La meditación resulta única en su habilidad para despertarnos; abre lo que esta cerrado, constreñido y fijado en nosotros. Sylvia Boorstein dice: <<Al principio de la practica de la meditación necesitas recordar la atención. Al cabo de cierto tiempo ya puedes olvidarla.>>

La meditación explora, investiga, desvela e ilumina lo que está escondido dentro y entorno a nosotros. Esta experiencia introspectiva y contemplativa nos ayuda a despertar de nuestros sueños e ilusiones yendo más allá de nuestra visión subjetiva del mundo para llegar a la realidad actual. A través de la meditación podemos establecer directamente un compromiso mas intimo e inmediato con nuestras experiencias, de una forma que refleja simplicidad y una vinculación más autentica y profunda con la vida. No se trata solamente de estar más conscientemente vivos. Es el mismo estar.
 
extracto del libro: El despertar del Buda Interior.

11 nov 2011

QUE TODO SEA AUSPICIOSO


QUE TODOS LOS SERES ALCANCEN LA FELICIDAD Y SUS CAUSAS

QUE TODOS LOS SERES SE VEAN LIBRES DEL SUFRIMIENTO DE SUS CAUSAS

QUE TODOS LOS SERES MOREN EN LA ECUANIMIDAD LIBRES DEL APEGO Y DEL ENOJO ACTITUDES POR LAS CUALES CONSIDERAMOS AL ALGUNOS CERCANOS Y A OTROS LEJANOS

OM AH HUNG 

4 nov 2011

Mensaje importante para los Alumnos de Casa Tibet Sede Saltillo


Queridos amigos,
En el presente año, Casa Tibet México ha contado con el honor y oportunidad de auspiciar los eventos budistas y pro tibetanos más importantes que se hayan organizado en el mundo hispanohablante.  Entre estos, naturalmente destaca la reciente tercera visita de Su Santidad el XIV Dalai Lama a nuestro país, así como las exposiciones de Tíbet y sus colores en el Centro Cultural Plaza Loreto y  Tíbet, recuerdos de la patria perdida en el Museo de Memoria y Tolerancia, todas seguidas por decenas de miles de personas. Para cerrar con broche de oro nuestras actividades del año tenemos en puerta dos extraordinarios programas: la visita de invierno del Dr. Alan Wallace al D.F y Querétaro, así como la primera visita a nuestro país de Su Eminencia el Ven. Garchen Rinpoche, uno de los más influyentes maestros y tesoros vivos del Budismo Tibetano.
No es necesario resaltar las múltiples cualidades de nuestro querido maestro y amigo Alan Wallace, quien no solo es una de las grandes luminarias del budismo tibetano en occidente, sino quien también generosa y altruistamente ha comprometido más de 10 años de su vida a la formación de la comunidad de Casa Tibet México.  En esta ocasión, en añadidura a sus conferencia y seminarios estará impartiendo del 1º al 4 de diciembre, el 5º retiro de postgrado en la tradición del Dudjom Tersar (los tesoros de sabiduría de Dudjom Lingpa, el gran contemplativo y adepto tibetano del siglo XIX).  El programa se centrará en un comentario al Tantra del diamante afilado de la atención consciente titulado: la Esencia del claro significado.  Con el objetivo de hacer accesibles estas profundas y valiosas enseñanzas a todos nuestros estudiantes le hemos solicitado a Alan la posibilidad de ofrecer abiertamente el retiro a quienes así lo deseen. Por tanto, es importante aprovechar esta auspiciosa circunstancia.
Entre los programas que en el año hemos ofrecido, indudablemente uno de los más significativos será la primera visita a nuestro país del Ven. Garchen Rinpcohe, quien nos compartirá una semana entera de enseñanzas en torno al clásico Mahayana de las 37 prácticas de los Bodisatvas de Tongmi Zangpo, así como un comentario a las profundas instrucciones del Mahamudra del Ganges, último obsequio del Mahasida Tilopa a su discípulo del corazón Naropa, padres de la tradición Tántrica del Budismo Tibetano. El programa culminará con el empoderamiento de Padamasambhava con el que pretendemos preparar a nuestra comunidad para poder continuar recibiendo la instrucción del Dudjom Tersar por parte de Alan Wallace.
Con ello en mente nos gustaría recomendar a todos nuestros miembros y amigos aprovechen estos excepcionales programas, concentrando su esfuerzo y tiempo en la formación continua que les ofrece Casa Tibet México. Si bien existen muchos otros distractivos, no hay mejor inversión que la que hacemos en nuestro desarrollo espiritual.
Con mucho afecto,
Tony Karam,
Presidente de Casa Tíbet México

2 nov 2011

La muerte, una ilusión


Thich Nhat Hanh
extracto del libro
La muerte una ilusion
 ed. Oniro


El mayor de nuestros miedos es el de no existir o convertirnos en nada. Muchos de nosotros creemos que nuestras existencias se inician en el momento de nacer o de ser concebidos, y que finalizan en el momento en que morimos. Creemos que venimos de la nada y que al morir nos vamos a la nada. Otros muchos piensan que han sido creados por un Principio Supremo y que a su muerte revivirán a la vida eterna. En cualquier caso, estamos embargados por la angustia de la aniquilación.

Ante la muerte, parece que sólo cabe considerar dos opciones posibles: creer en la eternidad de un alma indestructible, o creer en la aniquilación de un cuerpo material perecedero. Multitud de eruditos y filósofos preguntaron en muchas ocasiones al Buda sobre las filosofías opuestas del eternalismo y el nihilismo. A aquellos que le preguntaron si existía un alma eterna, el Buda les respondió que no había un yo permanente; a aquellos que le preguntaron si al morir desaparecíamos en el olvido, les respondió que no había aniquilación. Fiel al camino medio, rechazó ambas ideas extremas.

A partir de su experiencia de realizacion, el Buda considera la existencia de una manera totalmente distinta: Nunca hemos nacido y nunca podemos morir. Nacimiento y muerte no son más que conceptos en nuestra mente. El creer que son reales origina en nosotros una poderosa alucinación que nos hace sufrir. El Buda enseñó que no hay ni nacimiento ni muerte, ni llegada ni partida, ni similitud ni disparidad, ni crecimiento ni disminución, ni un yo permanente ni la aniquilación. Sólo creemos que existen. Así, el terror que nos infunde la muerte está causado por nuestras percepciones e ideas erróneas sobre el ser y el devenir. Ahora bien, cuando comprendemos que nuestra verdadera naturaleza original es el no-nacimiento y la no-muerte, nos liberamos del miedo al no-ser, a la aniquilación. Ello requiere que observemos con suma atención y detenimiento las cosas, que penetremos a fondo en su naturaleza última. Entonces conocemos la libertad y la alegría del camino medio que discurre entre los dos extremos del eternalismo y el nihilismo, y podemos disfrutar de la vida y apreciarla de una forma completamente nueva.

Shakespeare dijo por boca de Hamlet: «Ser o no ser, esa es la cuestión.» El Buda dice: «No, esa no es la cuestión.» En realidad es nuestra idea del ser y del no-ser la que nos confunde, la que nos hace creer que algo existe o no existe. Tales ideas no pueden aplicarse a la realidad. No son más que convenciones que nos ayudan a relacionarnos con nuestro entorno. Son conceptos que nos dan un punto de referencia, pero no son reales. La realidad está libre de cualquier concepto o idea. El Buda dijo que si uno queda atrapado en una idea creyendo que es «cierta», pierde la oportunidad de conocer la verdad. El primer ejercicio de concienciación trata, pues, de liberarse de las ideas. La libertad consiste sobre todo en estar libres de nuestros conceptos e ideas. De lo contrario podemos sufrir mucho y también hacer sufrir a otros seres. Sólo cuando nos desprendemos de todas esas ideas sobre el ser y el no-ser puede manifestarse la realidad tal cual es.

Cuando alguien preguntó al Buda: «¿Cuál es la causa de todo cuanto existe?», él se limitó a responder: «Esto es porque aquello es; esto surge porque aquello surge.» Significa que todo depende de todo lo demás para manifestarse. Cuando se dan todas las condiciones necesarias, las cosas se manifiestan; entonces decimos que existen. Y cuando no se dan o fallan alguna o varias condiciones, aquellas cosas ya no pueden manifestarse y se retiran; entonces decimos que no existen. Y esperan a que llegue el momento adecuado para volver a manifestarse. Pero calificar a algo de existente o inexistente es un error, según el Buda, porque en realidad no hay nada que sea totalmente existente o inexistente.

Cuando perdemos a un ser amado hemos de recordar que no se ha convertido en nada. «Algo» no puede convertirse en «nada» y «nada» no puede convertirse en «algo». El ser amado no ha sido destruido, sólo ha adquirido otra forma. Esta forma puede ser una nube, un niño o la brisa. Podemos ver al ser amado en cualquier cosa. Nuestra verdadera naturaleza es la naturaleza del no-llegar y del no-partir. No hemos venido de ninguna parte ni vamos a ninguna parte. Cuando se dan todas las condiciones necesarias nos manifestamos. Y cuando no se dan, dejamos de manifestarnos. Pero esto no significa que no existamos. Simplemente no nos manifestamos. Todo cuanto ha existido, existe o existirá está interconectado con todo lo demás y es interdependiente. Todo cuanto vemos sólo se ha manifestado porque forma parte de algo más, de otras condiciones que permiten que se manifieste.


Puede que seamos lo suficientemente inteligentes como para entenderlo, pero no basta con entenderlo intelectualmente. Lo único que vale es la experiencia directa. Observar la vida con atención. Podemos aprender muchas prácticas para disminuir nuestra tristeza y sufrimiento, pero la crema de la sabiduría iluminada es percibir la verdad del no-nacimiento y la no-muerte. Reconocer que nuestra naturaleza es el no-nacer y el no-morir, el no-llegar y el no-partir, el no-ser y el no no-ser, lo no-similar y lo no-diferente. Hacerlo más allá de toda idea u opinión es liberarse del miedo, es alcanzar la iluminación, es vivir plenamente en el inter-ser. Ello requiere dedicar un tiempo en nuestra vida cotidiana a la práctica de la meditación. Y perseverar. Entonces podremos observar a fondo la naturaleza de las cosas con el poder de la consciencia y la energía de la concentración y de la clara visión.

La dirección de la felicidad es el momento presente. En él está cuanto necesitamos saber. Reservamos un espacio de tiempo para observarnos a fondo. La respuesta está dentro de nosotros. Para que se manifieste sólo necesitamos una condición más: la naturaleza búdica, la capacidad de comprender y percibir nuestra naturaleza real tal cual es. Un maestro no puede dárnosla; sólo puede ayudarnos a entrar en contacto con la naturaleza despierta, con la gran comprensión y compasión que hay en nosotros.

Esta forma de practicar nos permite vivir sin miedo y morir serenamente, sin lamentar nada. Al igual que los grandes seres, cabalgamos libremente sobre las olas del nacimiento y la muerte. Y al vivir y morir así podemos también ayudar a muchas personas que nos rodean a vivir y a morir en paz. Si nuestra presencia es firme y serena, la persona moribunda no se sentirá demasiado asustada y apenas sufrirá. A muchos de nosotros el no-ser nos asusta. Y esta angustia nos hace sufrir mucho. Por eso, es necesario revelar al moribundo la realidad de que somos una manifestación y una continuación de muchas manifestaciones. Hacerle comprender la verdad de que «nada nace, nada muere».

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Thich Nhat Hanh nació en Vietnam en 1926 ha sido monje budista durante más de cuarenta años además de poeta y activista por la paz. En Vietnam fundó la Escuela de la Juventud para los Servicios Sociales, la Universidad Budista de Vanh Hanh, la editorial Le Boi Press y la Orden del Interser. Ha enseñado en la Universidad de Columbia y la Sorbona y fue nominado por Martín Luter King Jr. Para el Premio Nobel de la Paz en 1967.

Actualmente vive en Plum Village, una comunidad budista cerca de Burdeos, Francia, que él fundó en 1982. Siempre preocupado por integrar las enseñanzas de la atención consciente en la vida diaria ha escrito más de 60 libros en inglés, francés y vietnamita. Muchos han sido traducidos al español.